sábado, 18 de marzo de 2017

MARÍA JOSEFA CUE FUENTECILLA (FIFI), "¡QUE DIOS NOS DÉ SALÚ PA TRABAJAR!"


Mis personajes favoritos (Nº 188).

Fifi nació nel Cuetu en 1936, jiya d’ Amable Cue Inés, marineru, y de Lola Fuentecilla García, que cosía redes y trabajaba en las fábricas de conservas de San Antón. Empezó de bien cría a ganase el pan con el sudor de su frente, fregando suelos (los de la confitería de Abelardo, por ejemplu) y escaleras y sirviendo en casas. En una d’ ellas, la de Rogelia Gutiérrez Morán, viuda del abogáu y secretariu del Juzgau Luis Manuel González-Carbajal Inclán, conocería a Ricardo, el amor de su vida.
Ya ennoviada con el jiyu de Rogelia, Fifi iría a servir durante dos años en casa de los Zubizarreta, en Oviedo. Al regresu a Llanes fue cuando se casaron.
Fifi é la segunda de cuatro hermanos. La mayor d’ ellos é Conchi, y detrás de Fifi tan Tonín, que canta en l’ Agrupación Coral Conceju de Llanes, y María Dolores, que emigró a Suiza. Todos del bandu de San Roque, a pesar de que su padre era de la Madalena.
Ricardín, que así era como i-decíamos todos, trabajaba nel Juzgau, como’ l su padre, y allí estaba empleáu igualmente su hermanu César, unu de los jugadores más destacaos en la historia del C. D. Llanes. A César i-llamaban fubolísticamente “el Maestru”, por la elegancia y el virtuosismu nel toque del balón. Además d’ él, Ricardo tenía otros dos hermanos: Luis y Lolina, casada con el farmacéuticu Mariano Buj. Simpática y caritativa, Lolina tomaba el fúbol muy a pechu, y desde la grada miraba, con el paraguas en ristre, por la integridá física de su hermanu, en guardia siempre ante los marcajes y las entradas de los defensas rivales, que no solían andar con bromas y a veces metían miedu al embestir al “Maestru”.
Ricardín también era un virtuosu dando-i a la pelota. Lu veíamos en Toró, en solitariu siempre, jaciendo malabarismos y dando toques, con la derecha y con la izquierda, en series interminables, lanzando de vez en cuando el esféricu a las nubes, pa recogelu después con la elegancia de Bobby Charlton (con el que guardaba un ciertu parecidu, no solu por la calvicie, sino también por el estilu serenu y seguru de golpear la pelotina). Pa los críos era tou un espetáculu.
En su viudedá, Fifi tá bien rodeada del cariñu de la su famila: cuatro jiyos (Marijose, Ricardín, Marimar y Reyes, que anda por Oviedo), siete nietos (José, Lucía, María, Ricardo, que é un gran cocineru, distinguidu el su restaurante “El Retiro” de Pancar con una estrella Michelín, na menos, Ángel, Paloma y Gustavo) y dos bisnietos (Sofía y Nerea).
Sigue trabajando con el mismo remangu de siempre. No entiende la vida d’ otru modu. Ahora se la ve trajinar por una juertuca que tien por la zona del Cuartel y plantar patatas y cebar gallinas. “De señorita, nada. Na más limpiar y limpiar, y que Dios nos dé salú pa trabajar”, me diz.

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